Junto a su valor pastoral, el reciente viaje del papa Francisco en México fue también, sin duda, un importante evento de medios de comunicación. De hecho, la comunicación tiene una especial relevancia también en el plan pastoral, por las etapas del viaje del Pontífice, por sus homilías, por el importante documento conjunto firmado con el patriarca de Moscú, Kirill, y por las dos conferencias de prensa en vuelo con los periodistas. «¿Podemos hablar de un “efecto Francisco”?», se pregunta el padre Jorge Enrique Mújica, sacerdote de la congregación de los Legionarios de Cristo, experto y analista de comunicación. «No sólo los mexicanos escucharon al Papa, el Papa Francisco también “escuchó” a los mexicanos con lo que vio». Con dos momentos significativos y una carta al crítico Antonio Socci.
El que terminó en México se ubica en los primeros lugares para la cobertura de los medios y de los comentarios generados por la impresión entre los viajes apostólicos del papa Francisco. Podemos hablar de un “efecto de México”?
México tiene una colocación especial en el escenario religioso, político y social del mundo. Son tres ejes que desde el punto de vista de las periferias de las que habla el Papa Francisco despiertan interés mediático no sólo en el país visitado sino también en países que en México ven reflejados sus propios problemas. Esos tres ejes son aquellos en torno a los cuales la cobertura mediática giró. Desde el punto de vista religioso México es el segundo país con el mayor número de católicos en el mundo, es un pueblo mayoritariamente sensible en este campo pero como en todo precisa de una motivación ulterior de modo que la fe no quede relegada al mero nominalismo. Esa motivación enlaza con el aspecto político y social. Las instituciones políticas del país se encuentran a la cola de valoración positiva por parte de sus ciudadanos. Esto debido tanto a los casos de corrupción como al clima de inseguridad que se respira en buena parte del país a causa de la delincuencia organizada (secuestradores y narcotráfico). Socialmente también hay dos factores de no poco valor: el problema de la inmigración y la pobreza especialmente en zonas con alta presencia de pueblos indígenas. Es comprensible que en todo ese contexto los mexicanos vieran en esta visita concreta del Papa un respiro de aire puro no en cuanto a soluciones concretas sino en algo no menos importante: las motivaciones de fondo para querer seguir adelante no obstante el panorama adverso.
Me parece que la mayoría de los medios de comunicación supieron encontrar esta clave en la visita del Papa. ¿Podemos hablar de un “efecto Francisco”? Pienso que eso más bien lo debemos esperar precisamente en los tres ámbitos referidos: el religioso, el político y el social. Es cierto que una visita no cambia por sí misma el estado de las cosas pero tal vez sí logra cambiar las actitudes como se viven esas situaciones.
Como algo secundario pero significativo, al menos un “efecto Francisco” se pudo advertir en la unión de las dos grandes cadenas de televisión mexicana (TV Azteca y Televisa) para dar un seguimiento completo, detallado y conjunto a la visita del Santo Padre. Me parece que esto es lo que Francisco llama “cultura del encuentro”.
¿Qué función tuvo la comunicación en este viaje?
Hoy en día es difícil pensar en un viaje del Papa sin considerar el aspecto mediático que acompañan a ese tipo de viajes. Desde lo últimos años del pontificado de Benedicto XVI y ya durante todo lo que va del de Francisco no hay viaje papal que no cuente con una web, un fanpage en Facebook, account en Twitter y cuenta en Instagram. Es verdad que los seguidores de esas iniciativas varian numéricamente pero los hay y no son pocos. Esa existencia de personas interesadas en seguir de ese modo los viajes del Papa es un hecho de interés general, es decir, no sólo para los originarios del lugar visitado sino incluso para otras zonas geográficas e incluso lingüísticas. Me parece que esto ha sido especialmente captado por el equipo que trabajó las redes sociales en la visita del Papa a México: sabían que hoy en día la “experiencia” no es sólo lo que la radio y televisión “tradicional” transmiten sino lo que las mismas personas viven y comparten en Facebook, Twitter o Instagram. Por eso, el que las cuentas de la visita del Papa a México no siguieran la dinámica de “transmisión” tradicional sino de “experiencia” en cuanto cercanía y proximidad con el resto de habitantes de la web resultó bastante positivo.
Desde mi punto de vista como analista de comunicación percibo en esto un elemento nuevo y loable que no se registraba desde la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011 en que las redes sociales no eran púlpitos o cátedras desde las que se enviaban contenidos, sino cuentas que acompañaban al resto de usuarios como amigos de camino.
La comunicación debería siempre ser recíproca. ¿Comunicaron lo que los mexicanos al Papá?
¡Afortunadamente la comunicación no es un monólogo! No sólo los mexicanos escucharon al Papa, el Papa Francisco también “escuchó” a los mexicanos con lo que vio. Lo dijo claramente y con cierto lenguaje poético el mismo Santo Padre en sus palabras de despedida: “en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza; he podido ver en muchos de sus testimonios, en sus rostros, la presencia de Dios que sigue caminando en esta tierra, guiándolos y sosteniendo la esperanza; muchos hombres y mujeres, con su esfuerzo de cada día, hacen posible que esta sociedad mexicana no se quede a oscuras. Muchos hombres y mujeres a lo largo de las calles, cuando pasaba, levantaban a sus hijos, me los mostraban: son el futuro de México, cuidémoslos, amémoslos. Esos chicos son profetas del mañana, son signo de un nuevo amanecer. Y les aseguro que por ahí, en algún momento, sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido”.
No obstante de los mensajes del Papa hacen en todo el mundo, más y más con la ayuda de las nuevas tecnologías, el Papa no sabe utilizar el ordenador y los instrumentos electrónicos: ¿cómo se puede explicar su capacidad de conquistar también los nuevos medios de comunicación?
Francisco ha supuesto una ruptura en la relación Papa-medios de comunicación. ¿En qué sentido? Antes los medios decían lo que querían o no acerca de la actividad o discursos del Papa. Ahora el Papa crea los eventos que se deben comunicar. Esto lo logra gracias a la espontaneidad y sinceridad los gestos que hace. En este sentido, es evidente que sus gestos logran más impacto que sus palabras y que si sus palabras llegan a tantos es porque van acompañadas de sus gestos. Esto es una capacidad que no depende de saber utilizar o no las tecnologías de la información y de la comunicación que, aunque importantes, en su caso, el Papa cede a la gestión de terceros.
¿Desde el punto de vista comunicativo, hace un momento en este viaje que lo afectó en manera detalle?
No ha sido un momento sino dos: el primero en la homilía en la basílica de Guadalupe en la que supo trasladarnos a la experiencia fundamental humana de sabernos y sentirnos hijos1. La relación hijo-madre es muy esencial porque la madre intuye y así prescinde muchas veces de palabrería porque le basta estar cerca del hijo, manifestarle su cariño sólo mirándolo. Hay ocasiones en que los hijos volvemos a casa cansados del trabajo o agobiados por las angustias. Nos colocamos ante nuestra madre y sin decir nada, sólo mirándola, ella entiende nuestro estado emocional.
Un segundo momento fue la visita que el Papa realizó al Hospital Infantil de la Ciudad de México. Ahí acuñó una palabra nueva que estuvo precedida por la vivencia de lo que la palabra significaba. Habló de cariño-terapia: «Es tan importante la cariño-terapia, tan importante. A veces una caricia ayuda tanto a recuperarse». Fue significativo que lo dijo no al inicio sino hacia el final de la visita al hospital, después de haberse entretenido con cada niño, de escuchar, acariciar, de haber dado el medicamento a uno, de escuchar el Ave María de otra, de dejarse abrazar y él mismo abrazar también.
¿Y aquél menos eficaz?
Recientemente el Papa escribió una carta a uno de los periodistas más críticos de su pontificado, Antonio Socci, en el que le agradece sus críticas diciéndole: “También las críticas ayudan a caminar por la recta vía del Señor”. Afortunadamente no soy de la línea de Socci pero sí me parece que en buena parte de sus “ruedas de prensa” en los vuelos de regreso a Roma las declaraciones del Papa son a veces un poco problemáticas en cuanto que, posiblemente por el idioma, no logra ser claro en todo lo que dice. Ha pasado esta vez con lo del virus del Zika y los preservativos pero podríamos hacer un elenco del pasado. Fuera de eso no encuentro un momento ineficaz comunicativamente hablando, al contrario.
En conclusión, una nota personal. ¿Como mexicano y sacerdote, como vivió este viaje apostólico?
Como sacerdote uno hace experiencia del dolor ajeno. Ya en el confesionario, ya en la dirección espiritual, te das cuenta que muchos sufren. Esto no es algo exclusivo de México pero sí percibo especialmente en el mexicano esa sencillez espiritual que le abre a encontrar en el consejo convertido en consuelo una luz en medio de la oscuridad. En este sentido, como pastor, yo también he experimentado el consuelo en las palabras y gestos del Papa. Y sobre todo, he podido advertir que muchas más personas lo han experimentado también. Es cierto que un consejo no te cambia la vida, pero te ayuda a vivirla de un modo diferente. Y creo que esto es una buena herencia que deja esta visita de Francisco.
1. El paso de la homilía del Pontífice al cual hace a referencia padre Mújica es el siguiente: «Nos puede hacer bien un poco de silencio, y mirarla a ella, mirarla mucho y calmadamente, y decirle como hizo aquel otro hijo que la quería mucho: “Mirarte simplemente, Madre, / dejar abierta sólo la mirada; / mirarte toda sin decirte nada, / decirte todo, mudo y reverente. / No perturbar el viento de tu frente; / sólo acunar mi soledad violada, / en tus ojos de Madre enamorada / y en tu nido de tierra trasparente. Las horas se desploman; sacudidos, / muerden los hombres necios la basura / de la vida y de la muerte, con sus ruidos. / Mirarte, Madre; contemplarte apenas, / el corazón callado en tu ternura, / en tu casto silencio de azucenas” (Himno litúrgico) / Y en este estar mirándola, escuchar una vez más que nos vuelve a decir: “¿Qué hay hijo mío el más pequeño?, ¿qué entristece tu corazón?” (Nican Mopohua, 107.118). “¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?” (ibid., 119)».
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